Las pequeñas cosas
Esto fue hace muchos años atrás. Unos 8 meses antes de la gran ruptura. ¿Ese día? ¿El día que pintamos el living juntos? Ese día fue bastante tranquilo. Pintamos el living de mis padres por $50 y una pizza. Eso era todo. Creo que vimos «Anchorman» o algo así después.
Pero todavía se mentiene como uno de mis recuerdos más indelebles. No me malinterpreten, no sigo enamorado; sucedió, fue bueno, terminó, y ambos seguimos adelante. Pero nunca voy a olvidar ese día. Porque, al largo plazo, no se trata de los grandes gestos. Puedes volar alrededor del mundo y aparecer frente a su puerta con una rosa en los dientes y un anillo en una pequeña caja de terciopelo, pero te garantizo una cosa – casi siempre – ella recordará ese momento que construiste la casa para pájaros en el patio, o cualquier otra cosa, mucho más.
La vida no está destinada a ser vivida de grandes gestos. El día siguiente inevitablemente llegará, te irás a dormir y el momento habrá pasado. Pero cuando tiene cientos de miles de pequeños momentos, puedes mirar para atrás y apreciar la escena mucho más que metafóricamente aguantar por un gran momento, porque seamos honestos, no eres Bruce Springsteen, no vas a poder volver loco a todo el mundo todas las noches. No eres Romeo y/o Julieta. No hay razón alguna para beber el veneno juntos en un gran gesto de amor. Entonces eso nos deja con las pequeñas cosas. Todo radica en los detalles.