El Ascensor: porque la vida está llena de altas y bajas.

Subí creyendo tocar las nubes. Fue mi primer sueño en ascensor.

Categoría: Vida

Las pequeñas cosas

Esto fue hace muchos años atrás. Unos 8 meses antes de la gran ruptura. ¿Ese día? ¿El día que pintamos el living juntos? Ese día fue bastante tranquilo. Pintamos el living de mis padres por $50 y una pizza. Eso era todo. Creo que vimos «Anchorman» o algo así después.

Pero todavía se mentiene como uno de mis recuerdos más indelebles. No me malinterpreten, no sigo enamorado; sucedió, fue bueno, terminó, y ambos seguimos adelante. Pero nunca voy a olvidar ese día. Porque, al largo plazo, no se trata de los grandes gestos. Puedes volar alrededor del mundo y aparecer frente a su puerta con una rosa en los dientes y un anillo en una pequeña caja de terciopelo, pero te garantizo una cosa – casi siempre – ella recordará ese momento que construiste la casa para pájaros en el patio, o cualquier otra cosa, mucho más.

La vida no está destinada a ser vivida de grandes gestos. El día siguiente inevitablemente llegará, te irás a dormir y el momento habrá pasado. Pero cuando tiene cientos de miles de pequeños momentos, puedes mirar para atrás y apreciar la escena mucho más que metafóricamente aguantar por un gran momento, porque seamos honestos, no eres Bruce Springsteen, no vas a poder volver loco a todo el mundo todas las noches. No eres Romeo y/o Julieta. No hay razón alguna para beber el veneno juntos en un gran gesto de amor. Entonces eso nos deja con las pequeñas cosas. Todo radica en los detalles.

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Si el viaje es la recompensa…

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Siempre me ha llamado la atención la frase «el viaje es la recompensa». No sé por qué. Debe ser porque nunca en mi vida he aprovechado el viaje. Quiero hacerlo, pero internamente parece ser que saboteo todo el camino y no lo aprovecho.

Si el viaje es la recompensa… ¿por qué no puedo aprovecharlo?

Sacapuntas

¿Se acuerdan cuando tenían un lápiz de madera nuevo, sin punta? ¿Y entonces tomaban el sacapuntas y comenzaban a cambiar la forma del lápiz y éste quedaba con punta? Se veía elegante, listo para ser usado. Y uno se sentía poderoso, porque habías mutado la forma del lápiz a voluntad, habías hecho un cambio radical en la materia porque así lo quisiste.

Esas cosas que piensa y disfruta uno siendo adulto, cuando las debería haber pensado y disfrutado siendo niño.